lunes, 30 de abril de 2018


"Primeras conspiraciones" son cuentos y relatos que escribí hasta mis 25 años. Aún están escritos a máquina en hojas ya amarillentas. He aquí la transcripción de alguno de ellos.

Mi abuelo Manuel
(1987)
En el barrio de Palermo se contaban extrañas historias sobre mi abuelo.
 Algunos, los menos prudentes, lo acusaban de ser un irrecuperable nostálgico y de liderar una cofradía de "Salvadores de almas". Otros, los más conservadores, decían que estaba loco.
Sin embargo ambas corrientes coincidían en haber sido testigo del accionar de dicho grupo. Se comentaba a hurtadillas que en su apogeo solían hacer maratónicas sesiones en el bar de Dorrego y Soler, y hasta hubo testigos que dijeron haber visto salir del lugar a vecinos ya difuntos escapando en zigzag de las primeras luces de la madrugada. Afirmaban que se trataban de aquellos "hombres de bien" que en su vida habían apabullado al barrio con sus insufribles “las cosas son así”, tratando de echar por tierra leyendas tales como la del niño que se convirtió en pájaro mientras jugaba a las escondidas en la esquina de Carranza  y Arévalo. A estos "correctos" vecinos también se los acusaba de haber sido quienes enterraron bajo acanaladas baldosas a las últimas canchas de bolita.
No obstante, las huestes del abuelo se habían ofrecido para ayudarlos a salir de su obtusa lógica, para que pudieran abandonar de una buena vez la Tierra, en busca del descanso celestial.
Esta escuela reveladora de arcanos conocimientos funcionó hasta que en una lluviosa tarde de otoño, el bar cerró sus puertas para siempre.
Desde aquel día al abuelo no se lo vió sonreir más, y envejeció años de a diez.
Algunos, los menos prudentes, aseguran que se fue tras sus antiguos aprendices olvidándose su cuerpo en el camino. Otros, los más conservadores, dicen que ha muerto.
En los primeros meses del año 1964


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